martes, 22 de junio de 2010

Al Cumplir Medio Siglo

Esta mañana mi teléfono sonó exactamente a las 6:00 de la mañana, aún no había abierto mis ojos, busqué desesperadamente el aparato telefónico para hacerlo callar, pero algo en mi mente rápidamente me indicó que debía contestar. Lo levante y escuché al otro lado del megáfono cuando mi mamá me decía: un día como hoy hace 50 años llegaste al mundo, en ese momento y hasta este día le doy gracias a Dios por haberme permitido traerte al mundo. Aquello retumbó en mi cabeza como un balde de agua fría, me cantó las mañanitas y luego se despidió. Minutos más tardes mi teléfono volvió a repicar y esta vez era mi nieto de dos añitos llamando, Papa, Papa, “happy birthday” me dijo, aquella voz tan pequeñita también retumbo en mi cabeza. Comenzó de inmediato una pelea dentro de mi, que era inexplicable, en cuestión de un par de minutos estaba pensando en la vejez y la juventud, aquella incertidumbre de lo que era mi vida, de mis disfrutes, mis tristezas, mis alegrías, mis familiares, mis amigos.


Seria que como dice la canción de Alberto Cortez, que hoy comenzaba a vivir la otra mitad de mi vida, o más bien tendría que decir como Mercedes Sosa, Gracias a la Vida, de Violeta Parra por haberme dado tanto. ¡Era verdad! Tenia que dar gracias a la vida por haberme dado tanto. Había tenido el privilegio de ver dos siglos, la oportunidad de disfrutar a mis padres, de casarme, con una mujer maravillosa, tener dos hijas, a las que amo, me había dejado ver a mis nietos, en fin había casi consolidado mi vida.


El teléfono había sonado y había tenido el privilegio de oírlo, había tenido la oportunidad de abrir los ojo y podía ver, había podido enviar un mensaje a mi cerebro para que este a su vez dejara que mi sistema nervioso y mis músculos en combinación me permitiera mover mi brazo, se estirara y me permitiera alcanzar el aparato telefónico, ¿que complejo verdad?, lo había podido agarrar, había abierto mi boca y habían salido palabras de la misma. Que dichoso soy, me dije a mi mismo, todo lo que he logrado en un segundo, descubrir este privilegio era tan grande, como el estar vivo.



En un pequeño instante hice un análisis, era verdad, estaba vivo. Nunca antes había sentido esta sensación, nunca me había permitido el privilegio pensar y darme cuenta de que la vida era hermosa.



Llegó a mi mente la letra de una vieja canción que escuché interpretar tanta veces a mi amiga de siempre Renee Barrios, El Viaje, de Concha Valdés Miranda, donde se expresaba prácticamente mi vida, o mejor dicho la vida de todos aquellos que tenemos la oportunidad de vivir hasta los cincuentas o más. Lo que pasa a los veinte, a los treinta, a los cuarenta y a los cincuentas.



En ese momento me puse a orar. Le pregunte a nuestro Señor hacedor de la vida. ¿Me darás la oportunidad de vivir algunos años más? Pensé en las veces que le dije a mis amigos, cuando habla con ellos y me preguntaban: ¿que haces? Yo siempre les contestaba: Aquí viendo a ver si me dejan llegar hasta fin de año. ¿Que tú crees, me darán la oportunidad? Siempre se reían de esta expresión. Pero ahora estaba hoy aquí 1ro de marzo, y pensando, ¿será que me dejaran llegar a fin de año? ¿Que incertidumbre, verdad? Será que hoy comenzaba yo a contar el tiempo, será que voy a comenzar a apreciar más cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo. Será que comenzaba a mirar la vida desde un punto de vista diferente. Será que comenzaba a pensar que las verdaderas prioridades de la vida, son amarse uno mismo, amar a otros y tratar de dar lo mejor de uno cada día.


Señor gracias nuevamente por este privilegio de dejarme llegar a este medio siglo, medio siglo, me parece como si fuera algo bien antiguo. Pero que bueno haber llegado a él.




Miami, Florida



Te extrañé


Extrañé el calor de tu cuerpo y desperté

Te busque con ansia locas y no te encontré

Esta nostalgia de ti me volvió loco

Creí morir al no sentir tu piel




¿Donde estas? ¿Por que te fuiste dejándome tan solo?

¿Porque esta ansias de tenerte junto a mi?

¿Porque la falta de tu piel me vuelve loco?

¿Por qué al estar sin ti creo morir?

¿Porque sin ti? ¿Por que sin ti? ¿Por que sin ti?




Vuelve a mí




Déjame sentir tu piel

Déjame acaríciate toda

Déjame nacer de nuevo

Déjame vivir





Mamá

Ayer desperté a media noche, estaba empapado en sudor y con unos escalofríos que parecía que me estaba muriendo… estaba soñando. Me encontraba sentado al lado de tu lecho y mientras contemplaba tu faz, miraba tu debilidad y la palidez de tu rostro, mi pecho se oprimía como si un pedazo de cielo se cayera sobre mi, mi corazón no dejaba de latir con tanta fuerza que pensaba que se me iba a salir de pecho. En mi garganta se hacia un nudo al sentirme tan inútil ante lo que sentía tan cerca.


Mientras todo esto sucedía, apretaste mi mano como si supieras todo lo que sentía mi alma. Una vez más tratabas de darme fuerzas como, cuando era un niño y acariciabas mi cabeza en señal de amor, siempre buscando la forma de darme fuerza para que aprendiera a sobrellevar lo que no podía cambiar. Cuantas veces cubriste mis faltas, cuantas veces perdiste el sueño a mi lado cuidándome, sabes, te confieso que siempre me di cuenta que estabas ahí, pero me sentía tan protegido que me era muy difícil dejarte ver que estaba bien y perder la oportunidad de tenerte cerca. El solo instante de tenerte a mi lado me hacia sentir el ser mas feliz sobre la tierra.



Muchas veces me pregunté si todo el mundo sentiría lo mismo, pero este era mis secreto más preciado y no quería que nadie lo descubriera. Nunca me atreví tampoco preguntarle a nadie si sentía lo mismo, pues temía que se perdiera aquel encanto de tenerte cerca.



Nunca, hasta este día, he podido explicarme a mi mismo este amor tan grande que siempre he sentido por ti. Sería el mismo amor que Jesús sintió por su madre. Cuantas veces he tratado de buscar una respuesta y siempre me encuentro entre la misma incertidumbre.



Hoy, siento que este amor se me va de las manos sin poder hacer nada. ¿Que estaba sucediendo? ¿Por que me sentía como un niño ante la impotencia de ayudarte, si yo sabía que este momento llegaría algún día? Pero hoy estaba aquí a tu lado y olvidaba todo lo que me habías enseñado. No quería que te fuera, quería tenerte para siempre sin importarme pecar en ese momento al ir en contra del destino.


He estado suplicando a Dios que me de las fuerzas necesarias para dejarte ir, pero me traiciona el corazón y dentro de mi hay algo que no permite que esta suplica se haga verdadera.


Señor, yo aprendí a rezar junto ella arrodillado imploro perdones mi ignorancia, perdona mi desobediencia al no querer seguir tu designios, pero es que me siento tan impotente ante lo que se aproxima y lo que en este instante que pones delante de mi que las fuerzas me han ido abandonado que ya no me tengo fuerzas ni para llorar.


Señor permite que este momento tan doloroso solo se haga tu voluntad.




Miami, Florida