sábado, 14 de noviembre de 2009

La Tía Dolores

Ayer estaba tan envuelto trabajado en la computadora, que el repique del teléfono casi me saca de la silla, al contestar sentí a mi primo Jorge al otro lado que con voz entre cortada y sollozando trataba de decirme algo. Le dije: calma, hermano, calma, me espantó cuando casi me gritó: mi mamá acaba de fallecer. Aquello retumbo en mis oído y sentí como si un balde de agua helada me bajara por todo el cuerpo, era mi tía Dolores de quién hablaba, más bien Tía Lola, como todo le llamábamos. En una fracción de segundos comenzó a pasar por mi mente una película desde mi infancia, solo recordaba los tiempos tan lindo que habíamos pasado junto a ella, especialmente cuando todos los primos nos sentábamos a su mesa a disfrutar de los manjares que nos preparaba. Aquello era como estar en la gloria, el suculento guisado y los postres tan ricos, que ponía a uno a soñar. Todo esto era mejor que ir al restaurante más caro del mundo.

Me volvió a realidad la voz de primo mi Jorge cuando me pidió que lo acompañara a funeraria para hacer los arreglos. De inmediato, me puse en marcha y me dirigí a su casa, a llegar allí aún la policía se encontraba en el lugar, y una de esas camionetas donde aparentaba que iban a trasladar a mi Tía Lola, no me dieron ni siquiera la oportunidad de verla. Solo me tocó abrazarme a mi primo y llorar juntos casi hasta que se nos acabaron las lágrimas. Después de unos largos minutos nos repusimos y nos fuimos directo a la funeraria. Yo que había trabajado por mucho tiempo en funerarias y ahora todavía me encontraba en ese campo, pues la compañía con la cual trabajo se dedica a suplir todo lo relacionado con funerarias, cementerios y crematorios, así que iba con la idea de tener el servicio más espectacular sobre la tierra.

Llegamos a la oficina nos presentamos y le indicamos al joven que mi Tía tenía un contrato de pre-necesidad, se lo entregamos en el acto. Sin siquiera hacernos ni una pregunta viró la silla hacia la computadora entro el numero del contrato miró por unos instantes el monitor, luego se viró nuevamente hacia nosotros y nos dijo: La Sra. Dolores efectivamente tiene con nosotros un servicio pre-arreglado que ella escogió por $5,000.00, pero todavía nos debe $2,500.00, así que tendrían que pagarlos para nosotros brindarles el servicio. Ambos nos miramos y estoy seguro que mi primo estaba pensando exactamente lo mismo que yo.

Llevábamos aquí tan solo un par de minutos y ya no están diciendo que le debemos a la funeraria $2,500.00, esto se sintió pequeña puñalada.

Me adelante a mi primo y le pregunté al joven que si me podría indicar lo que incluía el servicio, me contesto: ¡todo! Nuevamente mi primo y yo nos miramos sorprendidos ante la respuesta del joven.

Mientras todo esto sucedía yo miraba detenidamente la oficina donde estábamos, se notaba que hacía mucho tiempo que no le daban ni un retoque a este sitio, cuadros muy viejos, muebles muy pasados de moda y alfombras desteñidas, el escritorio lleno de papeles mal arreglados que casi no nos permitía ni ver bien la cara del joven, en fin todo muy mal puesto. No quería ni imaginar como estarían las salas de velación, los pasillos, la sala de estar y mucho menos la sala de embalsamar, que tan impecable a mí gustaba siempre mantener cuando trabajaba en una funeraria. De sobra se podía notar que aquí hacía mucho tiempo no se invertía un poco de dinero. Tampoco apreciaba la dureza y la falta de profesionalismo con que nos estaba tratado el joven coordinador. Estaba totalmente falto de orientación y mucho menos tenía idea en como atender una familia que pasaba por un momento de dolor.

Yo, que siempre le he insistido a los dueños de las funerarias que la persona que atiende a una familia en la oficina, que es la primera impresión que se lleva el familiar de un fallecido, tiene que ser una persona preparada, una persona profesional, que sepa su trabajo a la perfección, que tenga toda la sensibilidad del mundo, pues esta persona es la que viene a orientar esa familia. El puede hacer una buena venta, y el que va hacer la parte más importante en el crecimiento de nuestra empresa. Esta persona puede lograr que nuestro negocio eche hacía delante o que se hunda.

A las personas no se les muere un familiar todos los días, es más, hay personas que nunca la muerte les ha tocado de cerca. Por éstas y por muchas otras razones es que tenemos que tener una persona bien preparada para que nuestros negocios caminen adelante y de buenos frutos.

Finalmente, nos dio una breve explicación de los servicios y al finalizar nos dijo: si no quieren pagar tanto pueden hacer una cremación directa. Ahí abrí los ojos como casi queriéndome comer al joven. De una y sin esperar que mi primo contestara le dije: no, no queremos cremación, queremos tener la oportunidad de velar a mi tía, dejar que sus nietos, los sobrinos y toda la familia tenga la oportunidad de despedirse de ella, de pasar este último momento con ella para que su espíritu sepa que aquí quedamos gente siguiendo lo que ella nos enseñó, que debíamos estar siempre juntos y a seguir teniendo la sensibilidad, lo que se ido perdiendo en el mundo.

No es que yo esté en contra de la cremación, esto siempre es un recurso y una decisión de cada ser humano. Es que últimamente pareciera nosotros tenemos como las prioridades invertidas, buscamos siempre que cualquier servicio nos cueste lo más económico posible, por que creemos que esto no ahorramos dinero, sin impórtanos las consecuencias que luego esto traerá. Es como ir a comprar algo muy barato y luego ver que hemos tirado nuestro dinero, pues como dice el refrán, lo barato sale caro.

Es ahí cuando debe venir el coordinado y explicarles a los familiares cada uno de los servicios que ofrecen y trabajar para que la funeraria además de prestar un servicio de excelencia también gane dinero.

Ya esta más que probado que meses después de la muerte de un ser querido se crea en la persona un vacio y que el duelo causa una sensación vacío puede durar años, claro esto depende de la persona y su relación con el fallecido y, como decimos en mi pueblo, el cargo de conciencia de cómo uno se haya portado. La falta o el no haber tenido la oportunidad de una despedida o más bien el pasar esos últimos instantes también influyen de alguna forma a que ese duelo tarde más tiempo y que ese vacio que deja la partida de un ser querido sea menos dolorosa. El servicio que escogemos para un familiar es algo que también perdura en nuestra memoria y después de enterrado o incinerado el cuerpo no hay nada que podamos hacer. Cuando tenemos cremaciones directas no le permitimos a esos familiares, especialmente a los niños a que asimilen esa muerte y eviten que ese dolor y ese vacio dure menos.

Estamos tirando nuestros negocios al suelo por no saber como orientar a las personas que buscan nuestros servicios, no les ofrecemos, no les indicamos claramente todo lo que se puede hacer para que las familias tengan un servicio de excelencia. Aparentemente no sabemos que uno puede tener todo lo que conlleva un servicio completo en la funeraria y que al final, si es que así lo queremos, podemos incinerar o enterrar el cuerpo. Además cuando incineramos podemos orientar a nuestros cliente a compren para su ser querido una buena urna o cenízaro y no limitar a la familia y darles una esas urna plásticas, tan horribles, donde entregamos los restos mortales de un ser humano.

Ahora, no creen que hubiese sido mas fácil que cuando nosotros llegáramos a la funeraria a hacer los arreglos de la Tía Lola el joven que nos atendió nos hubiese hecho un servicio completo, nos hubiese hablado de todos y cada uno de los servicios que ellos ofrecen, dejarnos escoger un buen ataúd, que nos vendiera desde la A hasta la Z y luego nos indicara, de todo este servicio que ustedes escogieron Doña Dolores suma la cantidad de $6,500.00 como ya ella había aportado $3,500.00 lo único que a ustedes le resta son pagar $3,000.00. ¿No hubiese sonado mejor esto aunque tuviésemos que pagar más? El joven teniendo en cuenta la aportación que ya mi tía había hecho a su pre-arreglo debió sacar provecho y tratar de llevarnos a tomar un servicio mejor y no preguntarnos y si queríamos pagar menos y ofrecernos una cremación.

Bueno gracias a Dios en ese momento llegó a oficina el dueño de la funeraria y como me conocía tomó en sus manos el asunto y logramos tener un servicio como el yo esperaba. Prácticamente y gracias a mi hizo un buen negocio pues, como yo soy un fiel creyente de los servicios póstumos que se le deben prestar a un ser querido escogimos lo mejor. Así que mi tía Lola debe estar llena de gozo, en el cielo, pues la tratamos como se merecía como una verdadera reina en un cuento de hadas.

Claro tampoco crean que me fui de allí sin antes darle mi aloncito de orejas a dueño de la funeraria para que instruyera bien a sus empleados y si decirle entre broma y en serio que no guardara tanto y que invirtiera un poquito en negocio, que no lo viera como un gasto sino mas bien como una inversión y algo que sus clientes le iban agradecer.



Miami, Florida



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